El colapso de la cadena de suministros

La crisis económica de 2008 nos enseñó a eliminar de los procesos de producción todo aquello que no producía valor. El Toyota Production System (TPS), refinado en lo que posteriormente se denominó Lean Management, parecía haber convencido a todos. Se acabó el derroche. De igual manera, el auge del comercio electrónico, compitiendo por realizar las entregas en el menor tiempo posible, convirtió la gestión de la cadena de suministro en una competición por ver que empresa era la más rápida.

La pandemia supuso un parón en la producción de las grandes fábricas. Los sucesivos confinamientos relegaron la logística al transporte de recursos básicos y al comercio electrónico.

El fin de las restricciones ha supuesto una avalancha en la demanda de materias primas, medios de transporte (incluyendo contenedores, palés y otros sistemas de porte y almacenaje) y, por ende, un aumento del precio de los combustibles.

Fuente: Pixabay.com


Nos encontramos en un momento en el que la demanda de transporte es superior a la oferta. En las noticias podemos ver puertos abarrotados de contenedores esperando ser conducidos a sus destinos. Para colmo, los grandes cargueros navegan a menor velocidad para minimizar los costes de combustibles, aumentando los tiempos de entrega y, por tanto retrasando la producción de bienes de consumo. Peligra la Navidad, predicen los más pesimistas.

Este tapón logístico, cuya causa parece identificada en el aumento de la producción, tiene fácil (que no es sinónimo de rápida) solución. En Estados Unidos, las principales empresas del país en el ámbito de la distribución (FedEX, UPS y Walmart, entre otras), a requerimiento del presidente Biden, han comenzado una campaña de trabajo 24/7 para intentar desbloquear la situación.

Pero, más allá del incremento repentino de la producción tras la pandemia, hay otras causas que han acentuado el colapso. Las hemos citado en el primer párrafo de este artículo. La cadena de suministro se ha tensado al máximo. La obsesión por el inventario cero, tan propio del TPS y del Lean, que tiene su máxima expresión en el just in time, es decir, el establecimiento de un flujo de abastecimiento continuo que suministra en razón de la necesidad inmediata, junto con las entregas a los clientes en plazos tan cortos que rozan el despropósito (¿De verdad necesitamos que un libro nos llegue a casa en dos horas?), unido a la globalización, que interconecta todos los actores económicos, políticos y de gestión, haciendo que cualquier contingencia en cualquier parte del mundo, afecte a la totalidad de este, tiene como consecuencia una menor o casi nula libertad de acción en caso de imprevistos. Por tanto, sin menospreciar las ventajas de los TPS, Lean, SCRUM, o cualquier otro sistema de producción y productividad, hay que echar el freno, meditar el problema y llegar al término medio que nos permita evitar el desperdicio y el derroche, sin perder la libertad de acción que dan los stocks de seguridad o determinadas redundancias. Solo así se podrá reaccionar a las ocasiones en los que la tensión sea tan grande que pueda romper la cadena de suministro.

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