Mitos sobre liderazgo (II)

 Hace un par de semanas, iniciamos un post en el que basándonos en un artículo de la revista Forbes, desmantelábamos algunos mitos sobre lo que es o debe ser un líder. Los cinco mitos eran los siguientes:

  1. Jefe y líder significan la misma cosa.
  2. Tú debes conocer todas las respuestas.
  3. Tus empleados trabajan para ti.
  4. Tu cargo define tus obligaciones.
  5. Debes separar trabajo y familia.

En el post analizábamos los dos primeros puntos. Hoy, vamos a continuar el resto.

En cuanto al tercer mito —Tus empleados trabajan para ti— no puedo estar más de acuerdo con los que asevera el autor del artículo: Como líder, es importante que sepas que tú trabajas para tus empleados, no al revés. A continuación, Sawalich nos cuenta que, siendo presidente y CEO de la compañía Starkey, su trabajo consistía en asegurar que todos los miembros de su equipo dispusieran de los recursos, herramientas y apoyo necesarios para realizar su trabajo. En el anterior artículo, afirmábamos que un equipo es un grupo de personas que trabajan juntas para conseguir un fin. Queda claro que la labor del líder es impulsar y motivar al equipo para la consecución de dicho fin.

Es más, no se trata solo de proveer de los medios al equipo o de motivarles. La información veraz es vital. El empleado debes saber porqué hace las cosas, los fines últimos de la compañía y, si las cosas van bien o mal. El conocimiento global, lo que se conoce como consciencia situacional, genera confianza y permite al equipo reaccionar y tomar iniciativas. La labor del jefe-líder es la de crear y mantener ese ambiente de conocimiento y confianza.

El cuarto mito, se parece mucho al primero. Un título o cargo, obviamente, genera una serie de obligaciones, pero esas obligaciones no te separan del equipo ni te eximen de realizar otras tareas, aunque estas sean de tu nivel. Muchas veces, el ejemplo, asumiendo trabajos complejos, duros o desagradables, empuja al subordinado a no dejar que su jefe se manche las manos.

¿Te atreves a mancharte las manos?

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Por último, es evidente que en el trabajo hay que estar concentrado en lo que se hace y hay que procurar no traer los problemas de casa. Pero también es cierto que un hijo enfermo, un divorcio traumático o ciertas situaciones familiares hacen que el empleado no rinda tanto como se espera de él. Cuando muestras interés por sus problemas y eres graciable o flexible con los horarios, el afectado suele devolverte el favor con lealtad y mejor calidad en el trabajo.

En ocasiones me han llegado subordinados preocupados «me acaban de llamar de casa, mi hijo está con fiebre» o «mi madre acaba de ingresar en el hospital» o cosas por el estilo. Por norma, no les dejo acabar. «Vete a casa, soluciona el problema y luego me cuentas» suele ser mi respuesta. De la parte burocrática de pedir y tramitar el permiso, si procede, ya se encarga la empresa o, en mi caso, mi plana mayor. Si al final, el problema no es grave, bienvenido sea. Pero, si has permitido que alguien pueda despedirse de un familiar justo antes de morir (me ha pasado), te ganarás a esa persona para siempre. Además, pensando de forma egoísta, tu prestigio aumentará y tus subordinados te apreciarán y valorarán.


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