Economía, reciclaje, sostenibilidad y Linux

A no ser que seas un gamer empedernido o un diseñador gráfico, me juego una caja de cervezas a que la mayor parte del tiempo que estás sentado en tu ordenador (de empresa o doméstico), estás delante de una suite ofimática, un cliente de correo electrónico o una aplicación web. Salvo casos especiales —ingenieros, técnicos u otras especialidades—, los mortales apenas sacamos rédito de la potencia de nuestros ordenadores ni del software que tenemos instalados en ellos.

Por eso me pregunto por qué nos gastamos un pastizal en caras licencias para sistemas operativos pesados que nos obligan a invertir en equipos cada vez más potentes.

Hemos caído en la trampa de la obsolescencia programada. Cambiamos de ordenador y actualizamos sistemas operativos para seguir escribiendo cartas, crear presentaciones, leer el correo y gestionar tablas en hojas de cálculo. Poco más. 



(c) Fidget 2001. Visto en Linux.org

Yo tengo en casa un ordenador de sobremesa que ha cumplido más de una década. Tiene instalada una de las últimas versiones de Ubuntu y va como un tiro. ¿Cuanto me he ahorrado con respecto a los usuarios de Microsoft o Apple? No lo sé, pero seguro que centenares de euros. Para colmo, todo mi software es legal y gratis.

El mundillo de los vendedores de software y de hardware se basa en vender productos que no necesitas. Por eso se fabrican equipos más potentes que corren sistemas operativos más exigentes que, a su vez, se supone que aprovechan la mayor potencia de las nuevas máquinas. Y, entonces, volvamos al primer párrafo de este post. ¿Para qué usas tu ordenador?

Linux te ayuda a escapar del círculo vicioso de la obsolescencia que programan gigantes como Microsoft o Apple. Es ecológico porque no necesitas cambiar de equipo constantemente ya que tienes distribuciones adaptadas a máquinas con pocos recursos. Es barato porque no tienes que pagar costosas licencias. Y si me preguntas por la compatibilidad del software, yo te pregunto por cuantas aplicaciones web utilizas. En ese caso, no importa el sistema operativo. Pero si nos metemos en el terreno de la ofimática, OpenOffice y LibreOffice son tan potentes como su equivalente de Microsoft, compatibles con ella y gratis.

En un mundo en el que la sostenibilidad es clave para la supervivencia ecológica y económica, Linux no es una alternativa, es una obligación.

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