¿Ha muerto el Just in Time?

Desde que hace unas semanas escribí sobre el colapso de la cadena de suministros, me he encontrado con bastantes artículos tratando de dilucidar sobre si la técnica del just in time conserva su vigencia o si, por el contrario, debemos olvidarnos de una vez por todas de esta manera de hacer las cosas.

Existen varios puntos de vista. Desde EOM defienden que el sistema está exhausto y se encuentra obsoleto; en Cadena de Suministro abogan por un estado intermedio en el que los stocks de seguridad cobran protagonismo, y Enrique Dans lo fía todo a la optimización del transporte por la vía de la inteligencia artificial. No son todas las opiniones, pero creo que las tres cubren de sobra el abanico de pareceres.

Desde mi punto de vista, creo que las ideas expuestas en los tres artículos, más que contradecirse, se complementan. Just in time ha permitido reducir costes, agilizar las cadenas de suministros y, lo que es más importante, ha permitido la intervención del cliente en la definición del producto. Un ejemplo lo tenemos en la industria del automóvil: hace poco más de veinte años, uno compraba lo que había en el escaparate del concesionario; si quería cambiar el color de la carrocería, añadir o eliminar elementos del interior o realizar cualquier otro tipo de cambio tenía que armarse de paciencia y esperar meses a que la factoría te enviase lo que querías. Ahora mismo, desde la web de cualquier fabricante de coches, uno puede diseñar y encargar el vehículo y recibirlo en cuestión de semanas o días.

El problema del just in time es cuando se aplica de forma extrema. En esta doctrina existen talibanes del inventario cero que tensan hasta el límite cada eslabón de la cadena de suministros. En tiempos de bonanza los problemas se resuelven recurriendo a múltiples proveedores y obligándoles a competir entre ellos; en tiempos de crisis, nos vamos a pique.

El inventario cero es un ideal filosófico que se suele estrellar contra la realidad. Por más que a muchos les disguste, hay que recurrir a los stocks de seguridad. Sin embargo, este stock no debe ser algo fijo e inamovible. Los stocks de seguridad deben ajustarse constantemente en base a la previsión de la demanda, la capacidad de respuesta de los proveedores y al flujo de las materias primas. Unas veces tendremos que almacenar más, otras menos. El just in time clásico ha muerto, sí. Pero si optamos por un just in time moderado, regido por algoritmos que permitan estipular las líneas y cantidades a almacenar, podríamos decir que se abre una nueva era de agilidad en la cadena de suministros.


Los gráficos que apoyan este artículo los he realizado desde la aplicación web EXCALIDRAW


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