4 relatos de ciencia ficción y fantasía que deberías leer

 

Muchas veces creemos que porque un trabajo sea voluminoso, es mejor. En literatura, no siempre las obras más extensas son las mejores. A veces, la gracia está en condensar en pocas páginas o en pocas palabras algo complejo o profundo. De ahí los géneros de relatos, cuentos o microcuentos que, en poco espacio, condensan una buena historia, muchas veces con moraleja. Hoy os voy a recomendar cuatro relatos con los que disfrutar:

Sueños de robot de Isaac Asimov

Sobre los motivos por los que deberías leer a Isaac Asimov ya escribí en su momento y puedes volver a leer el post aquí. En dicho artículo citaba los relatos dedicados a los robots por el autor. Hoy nos vamos a centrar en uno que me impactó la primera vez que leí y que de vez en cuando reviso.

Portada del libro donde se encuentra el relato

Portada del libro donde se encuentra el relato

Este cuento se publicó en 1986 en la colección homónima de cuentos cortos de Asimov. Hay que destacar que están ilustrados por Ralph McQuarrie que si no lo conocéis, es el responsable del diseño estético de la trilogía de Star Wars, así como el creador del aspecto de Darth Vader.

La historia condensa en pocas páginas el mito de Frankestein y la esencia humana.

La narración discurre así: la Dra. Linda Rash crea un cerebro positrónico con un diseño diferente al que regularmente se fabrica. El robot que porta este cerebro le confiesa que ha soñado. Rash informa inmediatamente a la Dra. Calvin, una prestigiosa robopsicóloga. Esta interroga al robot, el cual le cuenta su sueño: sus compañeros robots son esclavos y están tristes. En un momento determinado, Elvex (que así se llama el robot) ve a un hombre que grita «¡Deja libre a mi gente!». Calvin le pregunta quién es eso hombre y Elvex responde «Yo era el hombre». En ese momento, Calvin destruye al robot con una pistola de rayos.

Soñar, tener ansias de libertad y proyectarse uno mismo en un sueño son características plenamente humanas. La Dra. Calvin no quiere jugar a ser Dios y por ello aniquila al robot. Este relato nos deja en el aire algunas preguntas:

  • ¿Será capaz el ser humano de crear una inteligencia artificial autoconsciente?
  • ¿Debemos considerar a esa IA humana?
  • ¿Qué es un ser humano?
  • ¿Qué es la consciencia?

Sueños de robot es un relato profundo y lleno de matices. No en balde, fue galardonado con el Premio Locus al mejor relato corto.

Celephaïs de H.P. Lovecraft

Todavía no habíamos hablado del maestro del terror cósmico. Pues bien, este es un buen momento para proponeros un relato de Lovecraft que no es terrorífico sino fantástico.

Celephaïs

Manuscrito original

Celephaïs se escribió en noviembre de 1920 y se publicó en mayo de 1922 en la revista pulp Rainbow. Hace referencia a una ciudad soñada por el protagonista de la historia. Este es el último descendiente de una familia acomodada que por las noches, cuando sueña, adquiere la personalidad de Kuranes, un aventurero que recorre el mundo onírico de nuestro personaje. Este señor transcribe sus sueños pero no consigue que ninguna editorial los publique, por el contrario, recibe insultos y chanzas.

Poco a poco, se refugia más y más en sus sueños, recorriendo como Kuranes la ciudad de Celephaïs. Para permanecer el mayor tiempo posible en su fantasía, recurre a las drogas.

Un día, despierta a su realidad como Kuranes mientras que su cuerpo es encontrado muerto en una oscura buhardilla de Londres.

Este cuento es un canto a la evasión. Si has leído a Lovecraft, sabrás de su desprecio por la realidad y el mundo moderno. Gran parte de su obra está basada en sus sueños. En el caso de este relato, la huida de la realidad se lleva al extremo.

Este relato, que podría parecer triste, por el contrario tiene un final feliz porque cabe preguntarse si el mundo de Kuranes y la ciudad de Celephaïs son la realidad y Londres y la triste vida del protagonista, tan solo una pesadilla.

Puedes leerlo aquí.

Días de ocio en el país del Yann

Edward John Moreton Drax Plunkett, más conocido como Lord Dunsany es una de las influencias más notables del Lovecraft inicial. Sus relatos fantásticos, generalmente localizados en mundos oníricos, son una delicia para la lectura.

Pescadores en el río Niger (Álvaro Moreno)

El relato que nos ocupa cuenta la historia de un viajero mortal que conscientemente decide viajar en uno de los mundos creados por sus sueños. Para ello contrata al capitán del Pájaro del Río, un barco comercial que navega por el río Bar-Wul-Yann.

Durante el viaje, nos describirá ciudades legendarias, costumbres exóticas y habitantes extraños. El tono en el que está escrito el relato nos sumerge de inmediato en una atmósfera mágica que nos traslada al mundo soñado por Dunsany.

Uno de los fragmentos de este relato que me atrapó es la narración de como oraban los tripulantes del Pájaro del Río antes de zarpar:

Y entonces los marineros se arrodillaron en las cubiertas y rezaron, no todos juntos, sino cinco o seis a un tiempo. Uno al lado de otro, se arrodillaron a la vez cinco o seis, pues allí sólo rezaban al mismo tiempo hombres de creencias diferentes, de modo que ningún dios tuviera que oír a dos hombres rezándole a la vez.

Si te gustan los relatos de viajes y de fantasía, en el Río Yann tienes una oportunidad de disfrutar. Si pulsas aquí podrás leerlo.

Hijos de Onán de Neal Stephenson

Hijos de Onán no es exactamente un relato sino un capítulo de la obra maestra Criptonomicón de Neal Stephenson. Esta novela de culto en el mundo hacker y que fue galardonada con el premio Locus, es una obra coral ambientada, al mismo tiempo, en la actualidad y en los años de la II Guerra Mundial. La parte localizada en la guerra nos cuenta las operaciones secretas para poner al descubierto el mecanismo de la máquina Enigma. Los descendientes de los protagonistas de esta epopeya proyectan la creación de un banco de datos ultraseguro así como la creación de una moneda digital.

El capítulo Hijos de Onán —que se puede leer independientemente— nos muestra de forma irónica y humorística los prejuicios de las élites universitarias americanas, devotas de la corrección política y del relativismo. Ambientada en una cena, el protagonista desbarata todos los razonamientos de esta élite desde un punto de vista tecnológico y racional. Para ello, Stephenson se apoya en alegorías a los protagonistas del Señor de los Anillos. Los enanos son los tecnólogos de Silicon Valley apegados a la realidad que crean cosas útiles que generan riqueza. La élite universitaria bienpensante es comparada con los hobbits. Desde mi punto de vista, esta presunta élite se parece demasiado a ese infame filósofo español llamado Unamuno, que tanto denostó el progreso tecnológico y la ciencia y que, por desgracia, sigue siendo uno de los personajes más influyentes de nuestra época. Qué inventen ellos es su frase más recordada. Y así nos va.

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