Por qué expulsar la tecnología de las aulas es un error
Cuando cursaba sexto de EGB me acerqué a la profesora de sociales. Estábamos empezando la parte de geografía y yo me preguntaba si no sería mejor que el globo terráqueo que teníamos en clase estuviera orientado con España en horizontal. Al fin y al cabo, estábamos encima de ella y lo lógico es que el globo representase más fielmente la realidad. Le pregunté por el tema a la profesora y me contestó, de malos modos: «Da igual cómo esté la Tierra, no importa». El resto del curso consistió en memorizar países y capitales, ríos por vertientes y fechas históricas. Creo que esa mujer sería feliz con el sistema educativo actual, ese en el que se prohíben las pantallas en clase.
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| Algo así quería mostrarle a mi profesora. |
Imagen generada con Sora de ChatGPT
Puedo entender que los teléfonos móviles se proscriban de clase. Inducen a la distracción y de lo que se trata es de que los alumnos atiendan. Es más, apoyo que en Primaria no haya pantallas. Los niños deben primero aprender los rudimentos del conocimiento: leer, escribir, sumar y restar. Pero en secundaria y bachillerato las tablets y ordenadores deberían tener un protagonismo fundamental. Pensadlo bien, casi cualquier trabajo que se ofrece en la actualidad (y más en el futuro) exige el empleo de ordenadores. Y no me refiero a simples aplicaciones móviles. ¿Por qué no empezamos a enseñarles a usar las herramientas que van a emplear en el futuro desde ya?
El problema está en que nos empeñamos en usar los procedimientos del pasado con las herramientas de hoy. Hemos sido incapaces de adaptar nuestro sistema educativo a las exigencias del presente y del futuro, y así nos va. Seguimos memorizando y escupiendo información como loros. Nadie quiere adaptarse. «Que inventen ellos», qué diría el infausto Unamuno.
Lo mismo pasa con la IA. El sistema persigue a aquellos que la usan para ayudarles a generar sus trabajos en vez de preocuparse por si han aprendido o asimilado los conocimientos. A ver si nos enteramos, no se trata de entregar un trabajo al peso (cuantas más páginas mejor) sino de obligar al alumno a investigar, comprender y demostrar su aprendizaje en una exposición clara del tema ante el profesor.
Pues en esas estamos. El futuro mercado de trabajo exige personal que sea experto en el manejo de los ordenadores y que tenga habilidades para sacar el mejor provecho de la inteligencia artificial. Y, para conseguirlo, las expulsamos de las aulas.

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