Sentimientos negativos
Nos bombardean a diario con mensajes en los que el sufrimiento o, los mal llamados, sentimientos negativos se proscriben. Uno no debe sentirse triste, enfadado o sufrir ansiedad. Ponte la careta y aparenta felicidad. O ve al médico a que te atiborre de pastillas.
Este artículo no va de masoquismo ni de conformismo. Va de la realidad. La vida nos da golpes, esquivarlos, ya sea ignorándolos o enterrándolos en pastillas, no sirve para nada. Al igual que el atleta con sus entrenamientos, el proceso de crecimiento personal exige afrontar nuestros problemas, nuestras crisis y nuestras pérdidas. Exige sacrificio.
Por otro lado, esos «sentimientos negativos» pueden constituir indicadores de que hemos aceptado y asumido ciertos retos y valores. Podríamos considerarlos «agujetas» de nuestro entrenamiento para la vida. Entrenamiento tras entrenamiento, agujeta tras agujeta, crecemos cómo mejores personas.
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¿Por qué no hemos de sentir ansiedad, vergüenza, decepción o dolor? Si lo pensamos detenidamente, la ansiedad nos indica que has salido de tu zona de confort, que estás asumiendo retos y que te atreves a arriesgarte. Por otro lado, la vergüenza nos ayuda a reconocer que hemos fallado y, si es provocada por el ejemplo de alguien que se comporta mejor, nos presenta un nuevo modelo a imitar. Si te sientes decepcionado será porque tuviste el valor de esperar algo más. Y, por último, el dolor manifiesta que te atreviste a amar de verdad.
Asúmelo, esto no es fácil. El primer día que sales a correr es un infierno, una semana después te sientes orgulloso de alcanzar el cuarto de hora trotando y, cuando te quieres dar cuenta, te estás planteando correr un maratón. En todo ese tiempo has sentido dolor y cansancio, pero, ese dolor y ese cansancio te ha llevado a superarte.
Lo mismo pasa con tu vida, no es malo sentir ansiedad, vergüenza, dolor o decepción. Asúmelo como parte del entrenamiento, busca las enseñanzas y mejora. ¡Ponte las zapatillas y entrena!
¡¡FENOMENAL!!
ResponderEliminarMe ha encantado.
Ahora se el por qué siempre sonrío tanto y sobre todo a la adversidad
Muy buena reflexión, el sábado Green Hill
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