Reseña del último concierto de los Guns N' Roses en Sevilla

El pasado martes 7 de junio tuve la oportunidad de asistir al concierto que Guns n’ Roses dieron en Sevilla. A decir verdad, estaba bastante ilusionado porque llevaba casi tres años con las entradas —ya se sabe, la pandemia aplazó muchas cosas— y nunca había visto a la banda en directo. He leído varias reseñas sobre lo que se vivió aquel día en Sevilla y tengo que decir que tengo la sensación de haber estado en un concierto distinto porque, siendo sinceros, me decepcionó bastante.

No soy un talibán de la fidelidad sonora. De hecho, defiendo que un concierto no tiene que sonar igual que un disco. Pero, los ingenieros de sonido del grupo dejan mucho que desear. Parecía que no habían hecho pruebas antes del show. Poco a poco lo fueron arreglando pero el inicio del concierto y bastantes temas después, fueron víctimas de una muy mala gestión del sonido.

Por otro lado, Axl Rose se ha convertido en una caricatura de sí mismo. No tiene voz, está como ido. Sí, corría por el escenario y hacía posturitas, pero apenas se le oía.

Para colmo, el concierto fue muy arrítmico. Por lo general, una buena banda de rock juega con temas lentos y rápidos pero sin romper el clímax. En este concierto se abusó de la maestría de Slash con la guitarra para cubrir tiempos muertos en los, que según me pareció a mí, Axl estaba recuperándose.

La única canción que consiguió conmoverme un poco fue el I wanna be your dog de los Stooges y que, para colmo, fue interpretada genialmente por Duff McKagan (el bajista de la banda) mientras el amigo Axl andaba desaparecido.

En resumen, un concierto que se salvó gracias a la maestría de Slash con la guitarra y al buen hacer de Duffy. Por lo demás, prescindible.

En cualquier caso, la banda debería estar agradecida al público de Sevilla que se volcó con ellos.

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