DGT, oráculos y big data
Durante esta Semana Santa, la DGT nos ha bombardeado con un anuncio en el que varias personas se presentaban asegurando que iban a morir durante estas fiestas en accidentes de tráfico. Concretamente, 36 iban a ser las víctimas mortales. El lema del vídeo es este: "El 'big data', las estadísticas, lo pronostican todo".
Para empezar, esa frase es una patraña. El big data y las estadísticas muestran patrones y tendencias, no son oráculos. Por otro lado, el big data necesita de cantidades ingentes de datos aparentemente inconexos que, analizados con técnicas estadísticas e informáticas, encuentran patrones. Si los datos están relacionados entre sí y son susceptibles de mantener una correlación entre ellos, estamos hablando de datos, simplemente de datos. El big data se caracteriza, según la web de oracle por las denominadas «3 V»: mayor variedad, mayor volumen y mayor velocidad- ¿Qué quiere decir esto? Pues nada más y nada menos que los datos proceden de numerosas fuentes (no necesariamente relacionadas entre sí), que su número es tan abundante que impide un análisis manual y es necesario el empleo de algoritmos y software específico para su tratamiento y que se producen constantemente.
En el caso que nos ocupa, basta darse un paseo por el Instituto Nacional de Estadística o la propia de web de la DGT, descargarse un par de conjunto de datos, filtrar por fechas con una simple hoja de cálculo y ¡sorpresa! pedirle al programa que te realice una gráfica en la que podamos observar la tendencia. Lo mismo podemos hacer con las edades, profesiones o el tipo de accidente. Eso no es big data, es estadística pura y dura.
Los señores de la DGT nos presentan el big data y la estadística como una suerte de tarotistas y adivinos que predicen el futuro. Visto el anuncio, podrían haber presentado a una echadora de cartas o a un mago mirando la bola de cristal.
Lo que siempre me ha fastidiado de la DGT es la criminalización que hacen de los conductores. Si hacemos un resumen de todas sus campañas, el culpable siempre es el conductor. No importa el estado de las carreteras. Si una zona es conflictiva, en vez de arreglarla, ponemos un radar y ya está. O el último invento de no dejarte superar la velocidad límite para adelantar, que su única lógica es la de que no les puedan recurrir las multas impuestas por los radares de tramo. ¿Tiene sentido no poder superar los 90 km/h cuando quieres adelantar a un camión que circula a 80km/h? Para la DGT sí, tu cartera.
El afán recaudatorio de la DGT lo conozco, pero por favor, no insultéis mi inteligencia con vuestras campañas e invertid el dinero que derrocháis en estas en mejorar las carreteras.
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