No lo intentes. Hazlo, o no lo hagas, pero no lo intentes.

No. No lo intentes. Hazlo, o no lo hagas, pero no lo intentes.

Con esta frase, el maestro Yoda reprendía a Luke Skywalker durante su entrenamiento en el planeta Dagobah en la segunda película de la saga original de Star Wars, El Imperio contraataca. Una frase que encierra una gran sabiduría y que intento aplicar a mi vida diaria.

En el fondo, nos encontramos ante una cuestión de actitud. La forma de encarar los retos a los que nos enfrentamos define, en gran medida, el éxito o el fracaso. Ir a probar, intentarlo o ver si suena la flauta, son la mayor garantía de arruinar nuestros proyectos e ilusiones. ¿Por qué? El intentarlo, de por sí, ya nos indica un menor compromiso en lo que hacemos. Y la falta de compromiso lleva asociada el fiasco. Sin embargo, cuando nos comprometemos, cuando echamos toda la carne en el asador, las probabilidades de éxito aumentan exponencialmente.

Maestro Yoda

Maestro Yoda

Fuente: Pixabay.com

Luke, un joven fuerte y saludable, fue incapaz de rescatar su nave X-Wing de la ciénaga de Dagobah. En cambio, el pequeño y débil Yoda, confiando en la Fuerza, sí pudo. Luke estaba entrenado y poseía una predisposición genética para hacerse con los poderes de la Fuerza, pero su falta de confianza en sí mismo, le abocó al fracaso.

¿Significa esto que solo con compromiso y voluntad superaremos todos los retos? Para nada. Pero lo que es seguro es que sin compromiso y voluntad, con solo intentarlo, la batalla está perdida.

Así que ya sabes: ¡HAZLO, NO LO INTENTES!

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