Libros que leo: Diálogos sobre el Mando de André Maurois

 

El libro que os presento hoy es bastante difícil de encontrar en librerías. Si pincháis en la imagen, esta os enlaza a una que vende copias usadas. Yo mismo tengo un ejemplar en papel de este libro que conseguí rebuscando por librerías en Madrid y que guardo como un tesoro. Es difícil incluso encontrarlo por Internet (también tengo una copia digital, puedes descargar una aquí). Está descatalogado y no sé porqué puesto que es uno de los mejores libros que he leído.

Portada de diálogos sobre el mando

André Maurois, en sus Diálogos sobre el Mando aprovecha la visita que un joven teniente realiza a su profesor de instituto durante un permiso para enmarcar la narración. Ambos han combatido en la I Guerra Mundial: el teniente, ejerciendo como oficial y el maestro, como soldado. No han coincidido en el frente y aprovechan un permiso del oficial para compartir puntos de vista y experiencias.

Maurois estructura el texto en tres jornadas en las que discípulo y maestro debaten sobre la acción del mando, la toma de decisiones y la responsabilidad asumida al tomarlas, del valor y de otros temas relacionados con la profesión militar. Aunque las opiniones de ambos difieren inicialmente, conforme uno se adentra en la lectura se da cuenta de que las posiciones del maestro y del teniente más que contrarias, son complementarias. Analizan la labor del mando en sus diferentes facetas: como líder, como organizador o como servidor público. Se desglosan las cualidades que un buen jefe debe poseer: valor, templanza o amor a la responsabilidad. Sin embargo, no se estancan en el plano teórico del mando ideal, son realistas y reconocen que el hecho de saber mandar y ser capaz de arrastrar a las masas no es siempre sinónimo de honradez o ejemplaridad: «Entre los grandes conductores de hombres hay de todo: canalla y nobleza», llega a afirmar el teniente.

El diálogo entre el joven oficial y su maestro está salpicado de experiencias, tanto en la escuela como en la milicia, de recuerdos de la infancia y de un profundo respeto que se tienen mutuamente los dos protagonistas del libro.

A continuación os dejo algunas citas:

Sobre la disciplina:

Cuando me cuadro delante de mi coronel (con verdadero placer, se lo aseguro), no es ante un hombre, delante de quien junto mis talones. Es delante de un principio de autoridad, que juzgo útil y respetable, y sin el cual las sociedades humanas, nodrizas de nuestra preciosa libertad, jamás habrían existido.

Sobre la responsabilidad del que manda:

En 1918, en una sección nuestra, todos los oficiales y clases habían muerto y el mando pasó a un soldado. En un discurso que improvisó, quiso explicar a sus hombres que ellos serían siempre para él camaradas, que su proceder no tendría nada de absoluto, que la sección sería una república:

“Anda, déjanos en paz: manda” -le respondieron-.

Sobre las decisiones en momentos de incertidumbre:

Una solución mediocre realizada en seguida vale mil veces más en aquel momento que otra perfecta dentro de ocho días.

Un gran poema, como una gran batalla, es una suma de pequeñas decisiones.

Sobre las obligaciones de los que dirigen la sociedad:

Una clase dirigente se constituye por los servicios que presta, bien porque combate por los otros, bien porque dirige sus trabajos.

Sobre los equipos:

Alrededor del verdadero jefe usted encontrará siempre el equipo.

Por tanto, nos encontramos ante un libro que debería ser de lectura obligada en academias militares y en másteres de liderazgo o de dirección de empresas.

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