3 predicciones de 1984 que ya son realidad
Si algo tiene la buena ciencia ficción, es que es predictiva. No es que se cumplan a rajatabla los supuestos que aparecen en sus textos, pero si podemos ver en el desarrollo tecnológico y social como subyacen postulados que ya fueron descritos por los autores de este género.
Un ejemplo de ello lo tenemos con Julio Verne, que vislumbró la llegada del hombre a la Luna o el invento del submarino moderno.
En el ámbito de la evolución social, hoy quiero hablaros de uno de los libros que marcaron mi adolescencia y que suelo releer periódicamente: 1984 de George Orwell.
Aunque esta obra impregna el imaginario colectivo gracias al personaje del «Gran Hermano», creo que no se han interpretado con la debida profundidad las distintas lecturas que pueden hacerse de su mensaje. Hoy quiero compartir con vosotros tres reflexiones sobre hitos de este libro que, desde mi punto de vista, ya son realidad en este mundo que nos ha tocado vivir y que, a continuación, os enumero:
- La Neolengua
- La técnica del Doblepensar
- La vigilancia exhaustiva
Imagen propiedad de Book Radio https://www.flickr.com/photos/bookdio/
La Neolengua
Debo confesar que, para mí, la neolengua es el elemento clave de 1984. Gracias a la neolengua es posible el doblepensar y la aceptación de la vigilancia. La mejor forma de entenderlo es citando una conversación del protagonista, Winston, con su camarada Syme:
¿No ves que la finalidad de la neolengua es limitar el alcance del pensamiento, estrechar el radio de acción de la mente? Al final, acabamos haciendo imposible todo crimen del pensamiento
Y ahora pensemos, ¿cuantas palabras, frases y expresiones están proscritas en virtud de lo denominado políticamente correcto o lenguaje inclusivo? Si te sales del guión, eres poco menos que un delincuente. Y no solo eso, la asignatura de lengua que se da en los colegios e institutos no sirve para nada. Lo he experimentado con mis hijos y con mis alumnos: mucha preposición nueva, mucho análisis sintáctico, cientos de complementos en el predicado... Ruido, ruido y más ruido. No se enseña a nuestros hijos a leer ni a redactar ni a comprender. Solo normas y más normas que olvidarán una vez superen el examen. Nuestros hijos no saben interpretar un texto. Quizás sepan destripar una oración en busca de complementos, pero son incapaces de hilar un párrafo de forma coherente.
Estamos en una era en la que la supresión del pensamiento crítico es un hecho. Tenemos acceso libre a casi toda la información disponible en la palma de nuestra mano con nuestros smartphones. Sin embargo, somos incapaces de interpretarla y, por ello, somos víctimas fáciles de las fake news.
La técnica del Doblepensar
Decir mentiras a la vez que se cree sinceramente en ellas, olvidar todo hecho que no convenga recordar, y luego, cuando vuelva a ser necesario, sacarlo del olvido sólo por el tiempo que convenga, negar la existencia de la realidad objetiva sin dejar ni por un momento de saber que existe esa realidad que se niega.... todo esto es indispensable.
El párrafo anterior está sacado del libro. Creo que no hay más que acudir a una hemeroteca, ver las noticias por la tele o, simplemente, hablar con algún que otro amigo. ¡Qué pronto olvidamos! La neolengua nos ha robado el pensamiento crítico y, por culpa de ello, doblepensamos sin ni siquiera darnos cuenta.
La vigilancia exhaustiva
Un tema recurrente en las noticias es el del control de nuestros datos personales que ejercen ciertas empresas cómo Google o Facebook. También se habla mucho de las cámaras instaladas en nuestras calles o de los altavoces inteligentes, tipo Alexa, que tan de moda se han puesto. Sin embargo, siempre nos olvidamos de nuestro exhibicionismo. No hay más que asomarse a Facebook o a Instagram para ver cómo el personal comparte sus viajes, sus comidas o sus estados de ánimo sin interponer ningún tipo de filtro. No nos damos cuenta de que las redes sociales son cómo un tablón de anuncios en la plaza del pueblo. Lo que no queramos que lo demás sepan, lo que consideremos intimo o privado no debería ser subido a ninguna red. No hace falta que Google o Facebook nos espíen. Nosotros solitos compartimos nuestra intimidad sin ningún tipo de pudor. El Gran Hermano está feliz. No ha tenido que invertir en grandes pantallas para vigilarnos.
Conclusión
Como veis, Orwell se equivocó y acertó. Se equivocó en las formas: no hizo falta un estado totalitario para imponer una uniformidad cultural ni para abrazar la ignorancia con alegría. No se equivocó en el fondo ni en las consecuencias: ya no pensamos, doblepensamos.
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